miércoles, 23 de octubre de 2013

la importancia de la educación


Escribe Pérez Reverte

                                                   Conmigo, o contra mí

Un lector me preguntó el otro día por mi escepticismo político: mi falta de fe en el futuro y mi despego de esta casta parásita que nos gobierna, sólo comparable a la desconfianza que siento hacia nosotros los gobernados: sin víctimas fáciles no hay verdugos impunes. Siempre sostuve, porque así me lo dijeron de niño, que los únicos antídotos contra la estupidez y la barbarie son la educación y la cultura. Que, incluso con urnas, nunca hay democracia sin votantes cultos y lúcidos. Y que los pueblos analfabetos nunca serán libres, pues su ignorancia y su abulia política los convierten en borregos propicios a cualquier esquilador astuto, a cualquier lobo hambriento, a cualquier manipulador malvado. También en torpes animales peligrosos para sí mismos. En lamentables suicidas sociales.
Twitter me ha permitido acercarme a lo más caliente de nuestro modo de respirar. Y no puedo decir que sea confortable. Inquieta el lugar en que una parte de los lectores españoles se sitúan: lo airado de sus reacciones, el odio sectario, la violenta simpleza -rara vez hay argumentos serios- que a menudo llegan a un desolador extremo de estolidez, cuando no de infamia y vileza. Cualquier asunto polémico se transforma en el acto, no en debate razonado, sino en un pugilato visceral del que está ausente, no ya el rigor, sino el más elemental sentido común.
Destaca, significativa, la necesidad de encasillar. Si usted opina, por ejemplo, que a Manuel Azaña se le fue la República de las manos, no encontrará criterios serenos que comenten por qué se le fue o no se le fue, sino airadas reacciones que, tras mencionar el burdo lugar común de Hitler y Mussolini, acusarán al opinante de profranquista y antidemócrata. Y si, por poner otro ejemplo, menciona el papel que la Iglesia Católica tuvo en la represión de las libertades durante los últimos tres siglos de la historia de España, abundarán las voces calificándolo en el acto de anticatólico y progre de salón. Pondré un ejemplo personal: una vez, al ser interrogado sobre mi ideología, respondí que yo no tengo ideología porque tengo biblioteca. No pueden ustedes imaginar cómo llovieron, en el acto, las violentas acusaciones de que escurría el bulto «y no me mojaba». Y es que en España parece inconcebible que alguien no milite en algo y, en consecuencia, no odie cuanto quede fuera del territorio delimitado por ese algo. Reconocer un mérito al adversario es para nosotros impensable, como aceptar una crítica hacia algo propio. Porque se trata exactamente de eso: adversarios, bandos, sectas viscerales heredadas, asumidas sin análisis. Odios irreconciliables. Toda discrepancia te sitúa directamente en el bando enemigo. Sobre todo en materia de nacionalismos, religión o política, lo que no toleramos es la crítica, ni la independencia intelectual. O estás conmigo, o contra mí. O eres de mi gente -y mi gente es siempre la misma, como mi club de fútbol- o eres cómplice de la etiqueta que yo te ponga. Y cuanto digas queda automáticamente descalificado porque es agresión. Provocación. Crimen.
Qué fácil resulta entender, así, nuestra despiadada Guerra Civil. Si ahora no se dan delaciones y paseos por las cunetas, es sencillamente porque ya no se puede. Pero las ganas, el impulso, siguen ahí. Me pregunto muchas veces de dónde viene esa vileza, esa ansia de ver al adversario no vencido o convencido, sino exterminado. La falta de cultura no basta para explicarlo, pues otros pueblos tan incultos y maleducados como nosotros se respetan a sí mismos. Quizá esa Historia que casi nadie enseña en los colegios pueda explicarlo: ocho siglos de moros y cristianos, el peso de la Inquisición con sus delaciones y envidias, la infame calidad moral de reyes y gobernantes. Pero no estoy seguro. Esa saña que lo mismo se manifiesta en una discusión política que entre cuñados y hermanos en una cena de Navidad es tan española, tan nuestra, que me pregunto quién nos metió en la sangre su cochina simiente. Desde ese punto de vista, el español es por naturaleza un perfecto hijo de puta. Por eso necesitamos tanto lo que no tenemos: gobernantes lúcidos, sabios sin complejos que hablen a los españoles mirándonos a los ojos, sin mentir sobre nuestra naturaleza y asumiendo el coste político que eso significa. Dispuestos a decir: «Preparemos al niño español para que se defienda de sí mismo. Eduquémoslo para que conviva con el hijo de puta que siglos de reyes, obispos, mediocridad, envidia, corrupción, violencia, injusticia, le metieron dentro»

Me parece MUY BIEN, exquisito diría yo el escrito de Pérez Reverte, del cual comparto plenamente todos sus razonamientos, por ello me duele mucho mas que nuestro ministro de educación el Sr. Wert se encuentre tan lejos en sus criterios y tengamos que sufrir la aplicación de sus proyectos que indudablemente repercutirán en la educación de nuestros hijos y por lo tanto en el futuro de nuestro pais  

 

viernes, 18 de octubre de 2013

Capileira

De mi excursión por la Alpujarra granadina, se impregnaron mis ojos de innumerables rincones con una belleza que quedaría grabada en mi memoria
Como uno piensa que el tiempo es capaz de borrar aquello que impresionaron nuestras retinas, he tenido el gusto de plasmar mi visión en un lienzo pintado al oleo te un típico rincón del pueblo de Capileira, en la alta montaña camino del Mulhacen

pintura al oleo de 27x35 cm

jueves, 17 de octubre de 2013

los diez mandamientos

01.- No hay trabajo para nadie, pero debemos trabajar hasta los 70 años y los fines de semana.

02.- Combatimos el fraude fiscal amnistiando a los defraudadores.

03.- ¿El consumo se desploma? Bajamos los sueldos y subimos los impuestos.

04.- Teníamos 4 millones de parados y aprobamos una Reforma Laboral para
facilitar los EREs y los despidos. Ahora tenemos casi 6 millones.


05.- El modelo de la construcción se va a la mierda y recortamos el 50% en I+D.

06.- Subimos el IVA y el IRPF pero las SICAV siguen intactas.
El capital se fuga a niveles nunca vistos.
 
07.- Recortamos en sanidad y educación, pero si hablas de tocar coches oficiales o
dietas te acusan de demagogia.
 
08.- Ponemos en la calle a miles de científicos y nos peleamos por Euro Vegas.
 
09.- El problema es el déficit y nos endeudamos con 100.000 millones para salvar a
los bancos para que sigan desahuciando.
 
10.- Las CCAA piden rescate al Estado, que pide rescate a la UE y nos
endeudamos para pagar la deuda.
 
 
¡¡¡ ¿pero estamos locos? !!!
 
 
Esto sólo lo puede entender el que tenga una inteligencia privilegiada, los demás abstenerse de intentarlo.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

viernes, 11 de octubre de 2013

la generación que construyó España

Me ha llegado este escrito a mis manos de un autor desconocido y pese a que yo soy algo mas mayor, puedo decir que he vivido parcialmente la cultura de sus padres y la suya propia y os aseguro que mi vida no se aparta ni un ápice de lo que cuenta, es decir que he vivido las penurias de mis padres que después de la guerra tenían que trabajar y muy duro para levantar España con sueldos miserables y muchas horas de esfuerzo
Por contra claro está, nuestra generación por miedo a que nuestros hijos pasen por eso, es verdad que les hemos facilitado demasiado el vivir, y la cultura del esfuerzo se ha perdido
Pero vayamos al relato, ya que el autor anónimo se expresa mejor que yo  


Cuando analizas lo que ocurre en una empresa o una sociedad, debes buscar las causas que provocan su situación, porque sólo trabajando sobre las causas, puedes cambiar los efectos. Y no tengo ninguna duda de que una de las principales causas de la prosperidad que vivimos en los años pasados fue la actitud de la generación de nuestros padres, y una de las principales causas de la crisis, es haber perdido esa actitud.

Recuerdo que hace años, un empresario brillante que viajó a China para hacer negocios, me comentaba: “China va a ser imparable. Cuando llegas allí el ambiente te recuerda la España de los años 70. Todo el mundo quiere trabajar mucho, ahorrar, comprarse su casa, su coche, que sus hijos vayan a la universidad… Cuando una generación está así centrada,  no hay quien la pare” Este pensamiento me hizo reflexionar entonces y me ha vuelto a la memoria al contemplar a las tres generaciones que convivimos.

Mis padres tienen en torno a 70 años, y siempre han sido un ejemplo de trabajo, honradez, austeridad, previsión y generosidad. Pertenecen a una generación que, como dice mi padre, les tocó el peor cambio: de jóvenes trabajaron para sus padres y de casados para sus hijos.

Son gente que veían el trabajo como una oportunidad de progresar, como algo que les abría a un futuro mejor, y se entregaron a ello en condiciones muy difíciles. Son una generación que compraba las cosas cuando podía y del nivel que se podía permitir, que no pedía prestado más que por estricta necesidad, que pagaban sus facturas con celo, y ahorraban un poco “por si pasaba algo”, que gastaban en ropa y lujos lo que la prudencia les dictaba y se bañaban en ríos cercanos, disfrutando de tortillas de patata y embutidos, en domingos veraniegos de familia y amigos.

Y tan sensatos, prudentes y trabajadores fueron, que constituyeron casi todas las empresas que hoy conocemos, y que dan trabajo a la mayoría de los españoles.

Sabían que el esfuerzo tenía recompensa y la honradez formaba parte del patrimonio de cada familia. Se podía ser pobre, pero nunca dejar de ser honrado.

La democracia significaba libertad y posibilidades y seguir viviendo en armonía y respeto.

Y cometieron los dos peores errores imputables a esa generación:

1)      “Que mis hijos no trabajen tanto como trabajé yo”. Nos  cargamos la cultura del esfuerzo y del mérito de un plumazo, convirtiendo el trabajo en algo a evitar.

2)      “Como tenemos unos ahorrillos, hijo, tu gasta, que para eso están tus padres”. Con lo que mi generación empezó a pensar que el dinero nacía en las cuentas corrientes de sus padres, que daban la impresión de ser inagotables y que los bancos eran unas fuentes inagotables de hipotecas, rehipotecas y contrarehipotecas.

Y entonces, eclosionó nuestra generación (yo soy del 67).

 
La generación de los nuevos ricos, la generación de “los pelotazos”, del gasto continuo, de la especulación, de la ingeniería financiera, de la exhibición del derroche, la de lo quiero todo y lo quiero ya, la de “papá dame”.

Y todos nos volvimos ricos (en apariencia), todos nos convertimos en gastro-horteras. ¿Conocéis a alguien que se atreva a comer un bocata de chorizo? Le corren a gorrazos por paleto. Ahora hay que comer hamburguesas deconstruidas al aroma de los almendros al atardecer. ¿Y qué decir del vino? Pasamos del Don Simón con Casera, al Vega Sicilia sin fase de descompresión. El vino ya no est
á “bueno”, ahora tiene matices a fruta del bosque, con un retrogusto alcohólico, que adolece de un cierto punto astringente, con demasiada presencia de roble.
Esto, por supuesto, a golpe de docenas de euro, que para ser un “enterao” hay que pasar por taquilla. ¡Y es que pocas cosas cuestan tanto, como ocultar la ignorancia!

Somos la generación de “endeudarse para demostrar que eres rico”. Increíble pero cierto.

- ¿Sólo debes 500.000 €? Es que eres un cutre. Mira, nosotros debemos ya 2.000.000 y nos están estudiando una operación por otros 2 más.

- Vosotros sí que sabéis sacar provecho al sistema… Ojalá yo algún día pueda deber esas cantidades. ¡Cuánto envidio tus préstamos!

En Alemania no daban abasto a fabricar Mercedes, Audis, BMW para los españoles.

Irrumpió Europa en nuestras vidas y llegó en forma de mega infraestructuras que producían mega comisiones para todos los involucrados. ¡Viva el cazo! ¡Viva el yerno del Rey! ¡Que se besen los padrinos! Además llovían las subvenciones, nos daban una fortuna por plantar viñas y luego a los dos años otra fortuna por arrancarlas. Que llegaba un momento que no sabías si tenías que plantar o arrancar. A propósito, ¿Qué toca este año?

Si algún “tarao” dice que hay que parar esto, se le lapida y  “que no pare la fiesta”. Por supuesto que todos estamos de acuerdo que esto es imposible que se sostenga, pero hay que empezar a recortar por el vecino, que lo mío son todo derechos esculpidos en piedra en la sacrosanta constitución.

De la siguiente generación mejor no hablar (lo dejaré para otro post). Esa es la generación que dice el aforismo que será pobre, por ser nieta de ricos.

Si somos incapaces de volver a los valores con los que se construye una sociedad sostenible, nos hundiremos, eso sí, cargados de reivindicaciones.

En mi casa siempre he tenido un ejemplo vivo de cordura, honradez y esfuerzo. Y no han sido menos felices que nosotros. Los psiquiatras, de hecho, dicen que al revés, que han sido bastante más. Debe ser que la sencilla tortilla, el melón fresquito, comprar el sofá cuando se podía, poner las cortinas cosidas por nuestra madre, con ayuda de la abuela, trabajar y echarle huevos para emprender (aunque no lo llamaban así) no debía ser mala receta.

Desde aquí quiero dar las gracias a mis padres y a toda esa generación que nos regalaron un país cojonudo, que nos hemos encargado de arruinar (entre todos, que todos hemos aplaudido la locura), y que sólo con que nos descuidemos un poquito más, le vamos a dejar a nuestros hijos un protectorado chino, donde serán unos esclavos endeudados y tendrán unas historias legendarias sobre la prosperidad que crearon sus abuelos, empeñaron sus padres y son incapaces de imaginar los nietos.

Estamos a tiempo de cambiarlo, pero cada vez tenemos menos. Podemos encontrar maestros en casa.
 
¡Cuanta razón tienes desconocido amigo.!

martes, 8 de octubre de 2013

de nuevo Peratallada

Los que me conocéis, ya sabéis mi afición a la pintura y que periódicamente, no con la asiduidad que me gustaría, voy finalizando algunos trabajos de los que espero algún día tener la oportunidad de exponer en alguna galería
Intentaré guardar suficiente numero de piezas como para preparar una exposición, porque lo cierto es que en la actualidad la mayoría de obras las he regalado tal como indico en la pagina de pinturas de este blog
Os presento mi último trabajo que corresponde a un rincón de Peratallada, precioso pueblo del Baix Empordá, que me tiene enamorado




pintura al óleo de 50 x 40 cm

                                                                                                      Babaluba

viernes, 4 de octubre de 2013

Arturo Perez Reverte

magnifica reflexión del escritor Pérez Reverte la cual me ha hecho pensar que si realmente existe la reencarnación yo quiero ser perro, y en caso de repetir como persona me haré diputado

Mi perro duerme en promedio 16 horas por día.
Tiene toda la comida preparada para él y puede comer cualquier cosa que quiera.
La comida la recibe sin costo, y sin ningún esfuerzo.
Visita al veterinario una vez al año o cuando es necesario, si aparece
algún mal.
Para eso él no paga nada y nada se le pide a cambio.
Vive en un buen barrio y en una casa que es mucho mayor de lo que
necesita, pero no precisa limpiar nada, ni pagar alquiler ni pensar en
un crédito hipotecario.
Si él ensucia, alguien limpia. Además ese alguien se ocupa del alquiler.
El escoge los mejores lugares de la casa para dormir, y recibe esas
comodidades completamente gratis.
Vive como un rey y no tiene ningún gasto por hacerlo.
Todos sus costos son pagados por otras personas que tienen que salir
de casa para ganarse la vida todo el día…
Estuve pensando sobre eso y, de repente, me vino la respuesta............

¡ ¡ LA MADRE QUE LO PARIÓ....... ! !

¡ ¡ ... MI PERRO ES DIPUTADO..! !